Balán, el canillita de Cerro Verde


Oportunidad. Hace varios años ya, la vida puso a Alberto Aroni Palomino entre dos opciones: continuar trabajando en un grifo o aventurarse en la venta de diarios. Hoy, 26 años después, reconoce que ser canillita le cambió la vida.

Arequipa. Verano de 1984. Alberto, con muchos periódicos bajo el brazo, se acerca al paradero de los trabajadores de Cerro Verde. Ni corto ni perezoso, Alberto le pide permiso al chofer para subir. Ya arriba, logra vender un gran número de ejemplares, pero no la totalidad. Al llegar a la entrada de Cerro Verde se da cuenta de que muchos trabajadores están saliendo, así que nuevamente se pone a vender el resto de sus diarios. Ese día vendió todo. Incrédulo de su suerte, decidió repetir el trayecto al día siguiente.

En uno de sus viajes a la mina, uno de los choferes, al enterarse de que a Alberto le gustaba el fútbol, lo llamó “Balán”, en referencia al jugador de un equipo de Lima. Los demás trabajadores se apropiaron rápidamente del sobrenombre y Alberto pasó a ser llamado así.

Años después, ya convertido en el canillita oficial de los trabajadores, la mina le brindó la oportunidad de abastecer a la propia empresa con sus periódicos, a modo de proveedor. Nuevamente, Alberto aceptó el reto. Para ser un proveedor de Cerro Verde tuvo que formalizarse y cumplir con ciertos requisitos, los cuales llevo a cabo sin problemas: registro en SUNAT, puntualidad, cumplimiento de políticas de la empresa, seguro, etc.

“Gracias a la oportunidad que me dieron pude estudiar en un instituto y terminar de construir la casa de mis papás”, recuerda a sus 39 años. Ahora, convertido en un esposo y padre de una nena de ocho años, sigue más animado para continuar trabajando y progresar. “Tengo mi propia casa, una moto que me ayuda a culminar mis repartos de periódicos y estoy ahorrando para la universidad de mi hija. Me gustaría abrir una empresa más adelante, quizás un restaurante”, confiesa entusiasmado.

Alberto sabe que todo esfuerzo es bien recompensado. Por eso, más de 20 años después, continúa levantándose a las 3 de la madrugada para ir por los periódicos y las revistas que venderá. El promedio de sus ventas alcanzan los 450 diarios, de los cuales el 90% son adquiridos por Cerro Verde y sus trabajadores, y el 10% por sus clientes en Arequipa.

“Este trabajo me permite no solo beneficiarme económicamente, sino también llevar cultura y educación a través de mis revistas y diarios. Además, me permite tener cientos de amigos en la mina, muchas veces no me los han presentado, pero ellos ya saben quién soy, sólo necesitan decir Balán y allí estoy”, finaliza Alberto.

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